Villa del Prado es una casa a gestión familiar parte del patrimonio histórico de Medellín, ubicada en el sector de Prado Centro. Si buscas una experiencia y no solo una estadía en donde quedarte es perfecto para compartir con tu pareja, con tu familia o también para grupos de amigos o colegas de trabajo. Se puede también reservar el alojamiento completo hasta 20 personas o más bajo pedido para una experiencia exclusiva.

Villa del Prado es una casa patrimonial que ha sido recién remodelada en su totalidad manteniendo las características arquitectónicas y los espacios originales. Entrar en la villa es como saltar atrás en el tiempo. Los detalles en madera tallada y hierro forjado son testigos de otra época en donde el tiempo fluya más lento y generan un espacio único, tranquilo y muy agradable en particular con un salón totalmente revestido en madera, rejas antiguas y muchos otros detalles. Cuenta con muchas áreas comunes que son a disposición de los huéspedes en particular con un salón de descanso, dos patios cubiertos con mesas para el desayuno, uno externo con mesitas bajas y una terraza panorámica donde poder disfrutar de una copa de vino o una cerveza por la noche.

El Barrio Prado representa el patrimonio arquitectónico de Medellín; hace varias décadas era el barrio de los ricos, pues el barrio Prado se desarrolla entre 1910 y 1940 por particulares. Allí la arquitectura republicana fue orgullo para la población de la clase alta. A este barrio llegaron quienes deseaban un espacio distinto del resto de la ciudad. Fue la expresión del "sueño antioqueño" de un sector de clase que veía en las columnas griegas y palacios, la reproducción de una ideología fastuosa de origen europeo. Casi todo lo que en Prado se conserva es digno de verse. Narra historias. Transmite emociones. Hay leones sentados y buhardillas bohemias. Torreones y mansiones que parecen habitadas por antiguos fantasmas. Su añejo esplendor todavía brilla en muchos de sus palacios, a veces inverosímiles. Todavía sus frondosos árboles cosechan pájaros. Pasear por sus ámbitos es una experiencia, la de entrar en otro tiempo, el de los días en que las muy encopetadas familias de la élite de la ciudad erigieron el sector en una conjunción de exquisitez y comodidad. Y sigue siendo, pese a su aspecto bohémien, un “sueño hecho barrio”.